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La copa de vino, todo un mundo por descubrir…

copa de vino blanco

Para empezar con buen pie, la buena copa es aquella que permite disfrutar plenamente de toda la identidad del vino, y cada uno tiene exigencias diferentes y, antes que nada, la buena copa es la que permite, sobre todo, … EL DISFRUTE… como no, con moderación.

Si queremos ir sofisticándonos, toda buena copa de vino es aquella que permite seguir toda la fase de la cata: en primer lugar, un cristal traslucido y limpio que permite visualizar la capa del vino, su brillo y su color. Si se tratase de un vino espumoso la persistencia de la burbuja; para los vinos longevos la lágrima que deja en el interior; para el jerez y olorosos, la textura y densidad del vino…

En segundo lugar , una estructura y forma del cristal que permita percibir en nariz los aromas primarios y secundarios, con un tallo que facilita de forma sencilla manejar la copa y sostenerla sin afectar a la temperatura del vino.

En tercer lugar, el grosor del cristal. Buscaremos un cristal suave y agradable al tacto que permita acercarlo los labios, dosificar el sorbo y catar y disfrutar…

Os mencionamos a continuación algunas muy adaptadas a los varietales de cada vino:

Empezamos por la más clásica, la Burdeos, de cuello largo le permite que los aromas se concentren y que la copa se pueda agitar bien. La Borgoña, una copa grande, de cáliz voluminoso y cuello ancho que permite una mejor oxigenación del vino y que respira más. La Cabernet Sauvignon con el cáliz más alargado, más pequeño y con el cuello más cerrado, se usa para vinos ligeros. La Copa Flauta, típica para los vinos espumosos. Son copas estrechas para dar mayor visibilidad a la burbuja. Y para finalizar, la copa Jerez, pequeña, de cáliz alargado y cortito al igual que el tallo…

Como veis todo un mundo detrás de cada sorbo y cada tipo de vino. ¡Salud!