Cada día es más habitual escuchar hablar de la “vendimia nocturna”. Cuando hablamos de vendimia, automáticamente visualizamos todo lo que ello implica para una actividad tan asociada al horario diurno y que, debido a las consecuencias del cambio climático, con sus veranos más largos y severos no dan lugar a otra elección. La vendimia nocturna se hace con más frecuencia en las denominaciones más meridionales y, por supuesto, en Rueda.
Todo radica en la exigencia y optimización del momento de la vendimia, este es un proceso que no debe superar las 6 o 7 horas como máximo desde que se recoge en el viñedo a la llegada a los depósitos en bodega. Hay que tener en cuenta que la oscilación térmica en Rueda varía en 20 grados en época de vendimia, descendiendo de los 30ºC que se pueden alcanzar durante el día a los 9ºC, por lo que vendimiar de noche supone una gran diferencia.
Cada año es diferente pero lo que antes era excepcional se ha convertido con el paso de los años en la “nueva normalidad”: altas temperaturas en el momento de la recogida de la uva y especialmente en veranos excesivamente cálidos que no permiten la bajada de temperatura por las noches. Esto implica que la temperatura de la uva puede ser excesivamente alta y al manipularse tienda a abrirse y no llegar en las condiciones idóneas a bodega. En todo caso y asegurando las mejores condiciones, los vinos pueden resultar más cortos aromáticamente ya que la uva pierde aromas y ésta precisamente es una de las características más apreciadas en los vinos de la DO Rueda.
Al contrario cuando la uva está más dura y firme, equilibra el proceso de fermentación y en función de las horas de recogida permite la rehidratación del fruto reduciendo consecuentemente el nivel alcohólico del vino final.
Como nota final, este tipo de vendimia es más apropiada para las uvas blancas al ser más sensibles a la luz por su color y tipo de piel, mientras que las tintas cuentan con una cobertura más resistente.
Y ahora, ¡¡A DISFRUTAR!!